Carmen Amoraga se ha alzado con el Premio Nadal en su 70ª edición (siete años después de quedar finalista lo ha conseguido, su tesón ha obtenido recompensa, la verdad). Es este el galardón literario más longevo de nuestro país. Además, muchos de los que lo han ganado con anterioridad han alcanzado la fama, ejemplo de ello son Ana Mª Matute (ganadora en 1959, le hizo la entrega del premio este 6 de enero), Carmen Martín Gaite, Juan José Millás o Fernando Marías (autor que vino hace unos años a presentarnos su novela, Cielo abajo, seguro que alguno de vosotros se acuerda).
Cuando recogió el premio se refirió al acto literario en estos términos:
«La literatura tiene un efecto mágico y terapéutico para quien lee y escribe«
La novela ganadora ( seleccionada de entre 231 originales procedentes de España y de países americanos) lleva por título La vida era eso. En ella se narra el proceso de aceptación y superación que vive una mujer tras la muerte por cáncer de su marido. A la protagonista, Giuliana, la actividad en las redes sociales le sirve de desahogo, le ayuda a situarse de otro modo en el mundo y así superar esta difícil etapa.
«Estamos diseñados para sobrevivir. Aprender a perder es también aprender a vivir«
Si os mueve la curiosidad cómo ha utilizado el lenguaje actual de los chats, los correos electrónicos, los comentarios…y os queréis acercar a su lectura, leed las palabras de la autora en una entrevista al periódico ABC del 4 de febrero.
La vida era eso es una historia tomada prestada de la madre de una compañera de colegio de su hija, Viviana, cuyo marido «sufría una enfermedad rápida». Gran aficionado a Facebook, y ante la imposibilidad de escribir él mismo, le dictaba los post a su esposa, que ella transcribía. Después de su fallecimiento, Viviana decidió abrir su propio perfil y volcar en él sus pensamientos y sentimientos sobre el doloroso proceso del duelo tras la pérdida de un ser querido.
«Tras leer los post yo intuí que ahí detrás había una novela que yo quería escribir». Después de pedirle permiso a Viviana, la escritora construyó un relato donde la parte real son aquellos post -de ella y de él-, transcritos literalmente pero firmados por los personajes ficticios -Giuliana y William-. «Para mí esos mensajes escritos por ella tenían un efecto terapéutico, que yo comparto. Contar lo que te pasa, te hace la vida mejor». Una comunicación que no siempre le resulta fácil a la protagonista. «Para ella Facebook será una herramienta que le dé un poquito de alivio, y cuando algo te duele mucho, eso es importante».
Amoraga, matiza, que no ve en esta red social una tabla de salvación para personas introvertidas o solitarias (como ha dibujado a Giuliana, «que no tiene nada que ver con Viviana»). «El mundo virtual es un complemento de la vida real, que cada uno utiliza según su forma de ser. Y el nivel de protección en Facebook debe ser el mismo que tienes en la calle. Es una herramienta prodigiosa, no es un instrumento del diablo», enfatiza.
Algo queda claro de sus palabras: «Mientras estás escribiendo no estás en tu mundo, un mundo que a veces es un lugar muy hostil. Y eso es una gran salvación, aunque sea por unos momentos».
Sobre si le ha gustado el libro a Viviana ha respondido que «No lo ha podido leer, pues la primera parte es la que más se identifica con lo que pasó -explica Amoraga-. Me ha dicho que lo hará». Es demasiado pronto, pues la semana pasada se cumplieron dos años de la muerte de su marido.
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