Ha muerto un escritor universal. Un genio de la literatura. Un creador de mundos mágicos en contextos cotidianos. Artífice de espacios y personajes imborrables: Macondo, los Buendía, José Palacios, Santiago Nasar, Juvenal Urbino, Fermina Daza, un náufrago, un coronel…
«Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.»
«El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.»
«El 22 de febrero se nos anunció que regresaríamos a Colombia.»
«El coronel destapó el tarro del café y comprobó que no había más de una cucharadita»
«Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. eran las siete y cinco de la noche en Bogotá.»
«José Palacios, su servidor más antiguo, lo encontró flotando en las aguas depurativas de la bañera, desnudo y con los ojos abiertos, y creyó que se había ahogado».
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.»
El mejor homenaje que podemos rendirle es recordarlo leyendo alguna de sus obras.
Os dejo con ellas. Si pincháis en sus portadas accederéis a las novelas gracias a la gentileza de la página web oficial de la Universidad Rafael Landívar.
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AUTORA: Ana Garrido Rubio. Profesora de Lengua Castellana y Literatura.