«Distancia Siete Minutos» es una obra de 85 minutos intensos que trata de un juez que se ve obligado a vivir durante unos días en casa de su padre (debido a que una plaga de termitas invade su domicilio) y de la situación de incomodidad que se respira en su convivencia. Todo esto se une a la llegada del robot Curiosity a Marte que no para de aparecer en las noticias.
¿Qué me ha transmitido la obra?
Gracias a las dimensiones de la sala (Sala Expresa 1), la proximidad a actores y a la representación se convierten en vivencia potente de la actuación; la historia, se transforma en mucho más llamativa, más interesante. La veo como una innovación teatral muy creativa y con un resultado por parte del público exquisito, realmente te sientes espectador de una historia (además de las referencias que hacían jugando con el público). Todo mucho más creíble.
Trataron el tema de la relación padre «autoritario y cerrado» e hijo ocupado de una forma muy realista a la hora de intentar entablar conversación o simplemente convivir… También es curioso cómo una de las principales trabas para superar la muerte de la mujer es la vergüenza que supone hablar del suicidio y lo poco asumido que se tiene. Sí que me llamó la atención el hecho de lo poco comentado que está en nuestra sociedad. Aunque es verdad que, quizás, gente de nuestra edad llegue a estar más familiarizada con el tema debido a diversas charlas que hemos recibido… Tras la obra lo comentamos algunos compañeros ya que, repito, lo más intrigante fue la cantidad de casos que hay y que no se hacen públicos.
Acerca de la interpretación de los actores, todo me parece de una capacidad admirable: cómo es el proceso creativo, dar vida a unos personajes e indagar en sus sentimientos, modo de vida, ideologías, relaciones… Como si fuese el reflejo de una persona real. Es…Alucinante. Durante la obra en verdad crees que el hombre que actúa como protagonista es realmente… ¡el protagonista!, un juez con mala relación parental y que aún no ha superado el suicidio de su madre Y, qué decir de los múltiples personajes a los que da vida el «padre» con solo variar el tono, la postura o la forma de llevar la chaqueta. ¡La magia del teatro!
En general, la obra y el desarrollo visual de los personajes transmite realidad, tanta que hasta en algunos momentos impacta. Sencillamente genial.
Julia Díaz Delgado. Alumna de 4ºESO
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